Es más fácil pedir perdón, que pedir permiso...
Una vez soñé que estaba sola, totalmente sola; podía verme corriendo en una especie de bosque, sonriendo y sintiéndome el ser más feliz sobre la tierra, pero lamentablemente, me levanté de ese sueño tan hermoso para volver a mi realidad, no pretendo hacer un melodrama de mi vida, tampoco pretendo pintar sueños color de rosa, simplemente quiero dibujar con la precisión de un artista mis pensamientos, mis emociones, mis sentimientos; quiero desenredar esa maraña de palabras nunca antes dichas, quiero soltar aquel grito que nunca salió por aquel fuerte nudo que se formó en mi garganta, quiero hoy más que nunca... sentirme libre, sentirme viva.
Entiendo que todas las personas tenemos nuestros propios problemas, unos más graves que otros,pueden ser problemas que afectan a uno solo, o un solo problema que afecta a todos... En los medios se habla de pobreza, contaminación, delincuencia, corrupción, violaciones de derechos humanos, muertes y desastres naturales, se habla tanto de eso que si nos ponemos a jugar tuti-fruti y si le agregamos el cuadrito "problemas del mundo" estoy segura que con cada letra encontraremos un problema; a diario se realizan charlas motivacionales, capacitaciones para mejorar nuestra "calidad de vida", cada año en muchos lugares del mundo se entregan títulos profesionales, la ciencia avanza a pasos rápidos y el tiempo nunca nos espera; y ante todo esto... ahí estoy yo, ahí estás tú, ahí está él o ella... Estamos ahí preguntándonos a dónde llegaremos, si vale realmente la pena lo que hacemos, si vale la pena querer a quien queremos, si vale la pena luchar por nuestros sueños, si vale la pena llorar, si vale la pena reír, si vale la pena vivir.
Desde pequeños nos enseñan a ser libres, pero resulta realmente irónico que la libertad que no percibimos en la niñez,nos lo es arrebatada justo cuando ya podemos decidir, cuando ya podemos decir lo que pensamos y sentimos; de que sirve que existan leyes que digan con buen "floro" que somos libres, cuando realmente no se nos da esa libertad, y lo peor de todo es que la mayoría de veces no somos "esclavos" de otra persona, sino que aunque resulte increíble nos volvemos esclavos de uno mismo, de nuestros miedos, de los malditos prejuicios que nos hacen poner mas tercos que una mula, esclavos del " qué dirán" ese que está bien escondido en nuestro inconsciente y que muchos niegan diciendo " a mi no me importa lo que piensen de mí" cuando en realidad les importa demasiado lo que diga el resto (hasta yo me incluyo), somos esclavos de las "costumbres y tradiciones" sociales muchas veces confundidas con la palabra "cultura" ¿Acaso es cultura la "costumbre" que "los hombres no lloran"? ¿ Acaso es cultura la "tradición" de que la mujer llegue virgen al matrimonio? ¡Háganme el favor!, somos esclavos de un sistema que no da resultados concretos a pesar de que han pasado los años y que se escuda tras " cifras de desarrollo social", somos esclavos de una hipocresía difícil de erradicar,esclavos de la "doble cara" a veces por costumbre, a veces por interés, a veces por necesidad...Y si me pongo a pensar en otras cosas que nos vuelven "esclavos" nunca he de terminar esta publicación.
Hace 4 años tenía la errada idea que sería libre cuando saliera del colegio, luego pensé que sería " un poquito más libre" cuando entre a la universidad, y después de un año de universidad y a pocos meses de cumplir 18 años, recién entiendo que seré libre no cuando tenga 18 años, no cuando acabe la universidad, no cuando trabaje y deje de vivir en la casa donde vivo actualmente; seré libre el día en que con total convicción diga que no me importa el resto, cuando defienda mis ideas a más no poder y cuando realice mis metas, cuando me sienta satisfecha, cuando haya "empacado y desempacado" mis maletas, no las de mi mamá, de mi papá o de mi familia entera, solo ahí... seré libre.
Ojalá dejemos de ser esclavos, ojalá algún día realmente digamos "Soy libre".

No hay comentarios:
Publicar un comentario